SABANA EXTREMEÑA

Otra vez más encuentro un momento idóneo para fotografiar. La suma de ese instante acompañada de la belleza de Lucía Fernández multiplican el resultado e incrementan el valor de los mismos. Extremadura no es ninguna desconocida, y menos cuando te habla. Escuchar el susurro del viento acariciar las praderas amarillas de su vegetación realzando la belleza oculta en la mirada intensa de unos ojos tan bonitos, te dicen que cada instante robado, cada fotograma que tu retina ha sido capaz de capturar en ese mismo instante, acompañado de la dulce luz de un atardecer inmenso de fuego, es todo lo que esperabas.

Si no consigues llenarte de esa majestuosidad tan maravillosa es como decir que no eres digno de poder verlo.

Ese regalo que la tarde en que realicé estás fotografías han cumplido el propósito, ser, probablemente, un momento único en las praderas de la Sabana Extremeña.

 

Lucía Fernández posee cualidades de una modelo profesional, una soltura y una manera de enfatizar cada instantánea que facilitan la labor de un fotógrafo; pero además, si por algo me enorgullezco de tenerla muchas veces a mi lado es por su madurez y dulzura. Ambas la llevan a tener un valor incuestionable en mi trabajo, presente, y futuro, y doy gracias tanto a Jorge L. Fernández, su padre, que como amigo confía en mi trabajo, como sin duda a ella, por ser y representar todo lo que como persona es y yo como fotógrafo y profesional valoro por encima de todas las cosas.

 

 

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